entre tanta pena,
el invierno te recuerda,
y me dibujo, contigo,
evocando la paz y tu saliva,
la rama, el espino, tu lecho,
el tacto que derrotó la incredulidad...

desde entonces huelo a la tristeza,
advierto el dolor cuando roza las esquinas
y me recita heridas,
mientras me invita a soñarte.

la ceniza entregada al duermevela,
y mi sentir a tus constelaciones,
besarte sin coger aire,
la dulzura de tu abecedario,
el fulgor, el eclipse que cegó a la mentira,
la parábola de tu acento,
mi creencia hacia tus cruces,
mi religión de sangre impura,
el chasquido en el pecho,
la pesadumbre del roce inútil,
el raso vuelo de la espera,

el crujir, el estigma y la carencia,
tu estancia...
y la sonámbula suerte de mi sueño,
y tu vientre,
y mi vida...


con la certeza impasible,
de amarte hasta la muerte,

mi boca pronuncia perfecta tu nombre,
y tu corazón sostiene exacto mi latido.

con la promesa en los surcos de las palmas...

se quien soy porqué besaste mis ojos.


Verde