A veces
¿Y qué hacer mientras el mundo se acaba? Uno quiere ser más alto, aquélla tener más tetas, el otro ni siquiera habla y el de al lado lleva veinte años mirando la misma pared.
Y no, no es una mierda. El mundo es sólo como nosotros lo hacemos. Qué se iba a esperar del animal que inventó antes la ametralladora que la máquina de escribir y del que construyó una jaula desde dentro.
A veces es bonito leer tu piel en braille, pero sólo a veces, como todo. Lo más bello está entre dos. Lo segundo más bello queda entre tres. A veces (como siempre) entre cuatro. Y cuantos más somos, más sólos nos sentimos. Un montón de gente es un montón de unos.
Nos pisoteamos, nos traicionamos, nos queremos, nos abrazamos, nos llevamos las manos a la cabeza y nos lamentamos por el mundo que se derrumba entre nuestras dos orejas.
A veces, nos damos cuenta de quiénes somos realmente y de que todos estamos aquí por lo mismo. Y de que juntos conseguimos que el día tuviera 24 horas. Y conseguimos entender el universo con sólo mirar nuestros ojos vacíos. Y aprendimos que el tirano es el más triste de los números. Y aprendimos que "yo" y "tú" sólo depende del punto de vista. Y llega el momento de luchar todos juntos por lo mismo y olvidar el 2, el 3 y el 4. Porque, a veces, llega el momento del 1.
Señor Cosa (en una curiosa parodia de sí mismo)
4 Comments:
" Y cuantos más somos, más sólos nos sentimos. Un montón de gente es un montón de unos."
Realmente necesitamos a alguien?
ME ha encantado... eres tu pero a lo bestia!
Muaaaaaaaaaaaaaa
eres el elegido muchacho
Jajaja mas que elegido es el pony master de crackeria y su trouppe de langostinos amaestrados (aka camarones para los de por ahí abajo) y un sequito de ponys y siameses más grande que la crackerización de las masas (que todo hay que decirlo, nunca se dará, porque somos elitistas)... y el queno se sienta así ya sabe donde está la puerta... o no flamin?
Un beso amores!
La introspección (como todo) tiene esas cosas, que llevada al límite da resultados insospechados. Encontrarse, entenderse y sobre todo, ser tolerante con uno mismo, que no indolente, es ardua misión que a veces (sólo a veces) nos puede arrancar lágrimas, con la misma facilidad que nos hincha el orgullo.
Que esa reflexión provenga de alguien de tu edad, hace que yo ya no me sienta tan viejo. Gracias.
Un gran abrazo (no se darlos pequeños)
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