Metrónomo...
Se me ennegrecen las horas, que siempre son las mismas. Y con la misa repicando recordé que el mazo dando no siempre duele. Encorvé la figura y emule una cometa surcando la tierra en números pares. Pareja de baile. Pareja de ases. Doble pespunte. Pestañee lo justo, e incluso alcancé a intuir ese minúsculo mundo que sostenía el crepúsculo sobre uno de sus cien pies alados. Aterricé en los mares de Neptuno y caminé con mi traje de buzo oxidado sobre olas del color de los cirros. Visité los teatros del planeta con mariposas en el pelo, ensortijando los luceros en lapidarios conjuros. Mostré al mundo entero cual necio es el vacío, pues anula los sentidos y envenena el misterio del dorado mausoleo donde mecemos los tiempos. Beso como poema. Abrupto, tuerto, cojo. Lírica de rastrojo en la maleta. Piezas de piano huecas, mientras esbozo la túnica parda que ha de cubrirme los hombros cuando el sol se me muera en el regazo. Vano metrónomo. Muerte blanca y ligera, en hileras. Bellotas en cestas marinas. Calcáreas astronomías que recuerdan que la luz se prende en las gotas de lluvia y te apresa los ojos cuando entierras las penas en lo profundo del valle con lúcido desconsuelo. Una flor cetrina creciendo en mi vientre. La sombría melancolía que te corta las venas pues ha de beberse el vino de oriente. Apretada y tupida la tristeza no mendiga. Carda angosturas, alimenta las polillas que anuncian en los árboles tu vuelta, desprende conformes fortunas. A lomos de un palafrén de barro te sueño, recorriendo los caminos después de haber llovido, con el triunfo en los ojos y en las manos mi destino. Créeme cuando te digo que todo lo dicho es un infierno pues en la dicha se agarrota el ingenio.
Tú y yo sabemos mi vida, que el invierno nos curará la quiebra con su mano de nieve, con su aliento escarchado y silvestre.
Desacompasado.
Ivanka
1 Comments:
quiero railes pero de esos que me conduzcana a algo
menos viaje y mas paradas
muaa reina
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